José de San Martín
José de San Martín Matorras, libertador y Protector del Perú. Nació en Yapeyú (Argentina) el 25 de febrero de 1778. Hijo de Juan de San Martín y de Gregoria Matorras. Aprendió las primeras letras en la escuela de su pueblo natal, y después en Buenos Aires y en Madrid, ciudad a la que se trasladó la familia cuando San Martín contaba con ocho años de edad. En la capital española estudió en el seminario para nobles por espacio de dos años. A los 12 años ingresó como cadete en el regimiento Murcia, acantonado en Gibraltar y más tarde trasladado a Marruecos, por lo que San Martín estuvo presente en las campañas de Melilla y Oran. Antes de cumplir los 17 años ostentaba ya el grado de teniente segundo. En 1798 cayó prisionero de los ingleses y más tarde concurrió a la campaña de Portugal como integrante del regimiento de caballería ligera de Olivenza.
Participó en la invasión a este país tras el reparto del territorio y colonias lusitanas entre Francia y España. En las acciones de Arjonilla y Bailén, San Martín vivió días decisivos luchando contra el ejército napoleónico que invadió España. Para 1811 había alcanzado el rango de comandante del regimiento de dragones de Sagunto. Sin embargo, su ánimo ya estaba ganado por la idea de la independencia de los pueblos americanos y decidió volver a su patria.
San Martín llegó a Buenos Aires el 9 de marzo de 1812 y se incorporó al ejército argentino, obteniendo su primera victoria contra fuerzas españolas en el combate de San Lorenzo el 3 de febrero de 1813. En 1814 ascendió a general y fue nombrado gobernador intendente de Cuyo,comenzando la preparación del ejercito de los Andes. A mediados de enero de 1817 emprendió el cruce de la cordillera y llegó a Chile. Obtuvo sendas victorias sobre las fuerzas realistas en Chacabuco (12 de ferebro de 1817) y Mipú (5 de abril de 1818) restableciendo la libertad de Chile. Una junta de notables lo designó gobernador de Chile, pero San Martín declinó el ofrecimiento, nombrándose en su lugar al brigadier Bernardo O’Higgins con el título de director supremo. También rechazó los diez mil pesos que le obsequiara el cabildo de Santiago, destinándolos a la creación de la Biblioteca Nacional de Chile. Poco después comenzó su campaña hacia el Perú con tropas argentinas y chilenas. Desembarcó en la bahía de Paracas el 7 de septiembre de 1820 y desarrolló una infatigable campaña para ganar a al población a la causa de la separación política. Luego sucesivos pronunciamientos favorables a la independencia efectuados en Lambayeque, Trujillo, Piura y Cajamarca. San Martin concertó una entrevista con el virrey José de la Serna en Punchauca, el 2 de junio e 1821. Fracasadas las negociaciones procedió a ocupar Lima el 10 de julio y proclamó la independencia peruana el 28 de julio. Recibió el título de Protector del Perú y en ejercicio de sus funciones de gobierno creó la bandera y el himno nacional, fundó la Escuela Normal y la Biblioteca Nacional, decretó la libertad de los negros nacidos de padres esclavos después de la independencia y eliminó el pago de tributos de los indígenas.
Desde Lima colaboró a consolidar la independencia de Quito enviando una división al mando de Andrés de Santa Cruz, que peleó en la Batalla de Pichincha (mayo de 1822). En tanto, su posición favorable al establecimiento de una monarquía en el Perú encontraba serias resistencias en las esferas liberales. Decidió viajar a Guayaquil a entrevistarse con Bolívar y de las conversaciones que tuvo con el caudillo venezolano, resolvió renunciar a su autoridad y entregó el mando a un congreso constituyente. Desembarcó en Valparaiso y se detuvo en las cercanías de Santiago para curarse de una grave enfermedad; arribó a Mendoza los primeros días de 1823, enterándose al poco tiempo de la muerte de su esposa Remedios, ocurrida el 3 de agosto de ese año, dejando huérfana a su hija Mercedes, que para entonces contaba con siete años. Estando en Buenos Aires se le atribuyen proyectos absurdos, creándose un clima de hostilidad a su alrededor; por lo que se embarcó para Europa en 1824. En 1828 intentó regresar a su patria, pero el caos político que a la sazón imperaba en dichas tierras lo desanimó de tal propósito y sin siquiera desembarcar volvió a Europa, radicándose en Bruselas. Permaneció allí hasta 1831, cuando pasó a Francia y finalmente a Boulogne-sur-mer, ciudad en la que falleció el 17 de agosto de 1850. Treinta años después, en 1880, sus restos fueron trasladados a Buenos Aires, y depositados en el mausoleo que para ese fin se construyó en la catedral de la capital del país que lo vio nacer.